Este miércoles (10 abril de 2019), una colaboración internacional de astrónomos reveló la primera fotografía de un agujero negro. Una hazaña científica y tecnológica de gran importancia.

Las primeras teorías que dibujan los contornos de los agujeros negros datan de finales del siglo XVIII, gracias a los trabajos de John Michell y Pierre-Simon de Laplace. Sin embargo, ha sido necesario esperar hasta el siglo XX para que los científicos lo entiendan mejor, gracias en particular al trabajo sobre la relatividad general.

Y no fue hasta este miércoles que finalmente pudimos verlo con nuestros ojos en una fotografía real de un agujero negro, capturada a través de la combinación de ocho telescopios repartidos por el globo. Esta asociación crea un telescopio virtual gigantesco de aproximadamente diez mil kilómetros de diámetro, casi del tamaño de la Tierra.

Un agujero negro es un objeto celeste que tiene una masa extremadamente grande en un volumen muy pequeño. Como si la Tierra estuviera comprimida en un dedal, o como si el sol tuviera 6 km de diámetro.

Según la ley de la relatividad general establecida en 1915 por Albert Einstein, que explica su funcionamiento, la atracción gravitatoria de estos "monstruos" es tal que nada puede escapar, ni la materia ni la luz, cualquiera que sea la longitud de onda. Por eso no podemos observarlos directamente. Además, la fuerza de gravedad que emana del agujero negro es tan fuerte que no podemos reproducirlo en el laboratorio.

Bajo el efecto de la enorme atracción gravitatoria, las estrellas demasiado cercanas son aplastadas, estiradas y luego dislocadas. El gas y los pedazos de estrellas giran en espiral alrededor del agujero negro para finalmente sumergirse, generando un estallido de luz ultravioleta brillante.

Gracias a este gas y estos fragmentos de estrellas, los astrónomos pudieron finalmente fotografiar un agujero negro, en el corazón de la galaxia M87. Se ha encontrado que se mueve en espiral hacia el agujero negro, al caer la materia se caliente lo suficientemente como para ser visto.

La fotografía muestra un círculo naranja ligeramente borroso, sobre un fondo negro, es toda una hazaña tecnológica. Este es un objeto extremadamente pequeño, es como si quisiéramos fotografiar los pasos de Neil Armstrong en la Luna.

Para ello ha sido necesario crear el mayor telescopio y los datos procesarlos en potentes ordenadores, todo una proeza tecnológica.

Esto planteaba un límite físico, ya que los científicos no tenían hasta hace poco un equipo capaz de registrar una cantidad tan grande de datos. Hubo un gran esfuerzo de investigación y desarrollo para fabricar equipos que recopilaran los datos.

¿Una técnica aplicada a otros fenómenos?

La tecnología aplicada muestra potenciales beneficios industriales gracias a estos nuevos instrumentos. En términos de astronomía, no solo estamos viendo estos objetos que antes eran invisibles, sino que también podremos usar estas técnicas para ver otros objetos tan difíciles de observar con un nivel de detalle mucho mejor. Por ejemplo, discos protoplanetarios, planetas que se forman alrededor de estrellas jóvenes.

El desafío ahora es poder definir la densidad exacta del material alrededor del agujero negro para comprender mejor el campo magnético cuya función es fenomenal o la forma en que gira el material en el disco.