La amniocentesis es un diagnóstico prenatal que sirve para conocer el estado de salud del feto en determinadas circunstancias. La información que proporciona es muy completa y valiosa de cara al nacimiento del bebé, por tanto, si el especialista la recomienda es porque existe motivo para ello, tal y como se puede leer en la web plataforma mifertilidad.es.

¿Qué es la amniocentesis y en qué casos se realiza?

La amniocentesis consiste en la extracción de líquido amniótico, ya que este contiene células del feto, mediante una punción abdominal guiada por un ecógrafo con visualización continua de la aguja.

La mejor edad gestacional para hacerla es a partir de la semana 16, puesto que antes es más complejo extraer una muestra válida para su posterior cultivo bien por el riesgo de aborto, o bien por escasez de líquido.

Esta prueba no se hace de forma rutinaria a todas las embarazadas, se hace cuando el médico necesita obtener una determinada información que no puede conocer más que analizando el líquido amniótico. Los casos en que con mayor frecuencia se realiza son, entre otros, los siguientes:

  • Si en una ecografía se ha detectado alguna malformación en el feto.
  • Cuando hay antecedentes de fallos cromosómicos bien en un hijo anterior o en alguno de los progenitores.
  • Si en los resultados del cribado del segundo trimestre aparecen alteraciones en determinadas proteínas.
  • En el caso de que el bebé pueda padecer una enfermedad monogénica como es la hemofilia.
  • Si hay sospechas fundadas de infección en el feto por transmisión materna como puede ocurrir con la toxoplasmosis.
  • Cuando la madre supera los 35 años, ya que hay un mayor riesgo de que el bebé padezca síndrome de Down.
  • Para conocer, gracias al ADN que se extrae del líquido, la paternidad auténtica del feto.
  • Cuando surgen complicaciones en las que la acumulación de líquido es excesiva y es necesario extraer parte.
  • A petición de los progenitores para evitar estados graves de ansiedad de la madre que pudieran perjudicar al feto.

Para realizar la prueba es necesario firmar el consentimiento informado donde consten todos los posibles riesgos y el motivo por el que se hace. Este documento hay que leerlo y entenderlo bien, ya que, aunque parezca un mero trámite, no es igual para todos los casos ni para todas las mujeres.

En el caso en que en la fecha prevista la madre presente síntomas de alguna enfermedad, por común que sea, esta deberá retrasarse hasta que el posible riesgo madre-feto haya desaparecido.

Después de la prueba es necesario guardar un día de reposo y evitar esfuerzos durante los 2 o 3 posteriores y, si es el caso, tomar la medicación que se haya pautado.

Esta prueba, aunque invasiva y un poco molesta, no es dolorosa ni tiene por qué interferir en el embarazo si se hace de acuerdo con el protocolo sanitario establecido. Por ello es muy recomendable contar con un servicio como el que ofrece Mifertilidad.es para la búsqueda de la clínica adecuada.